La clase media

 

La clase media


Los movimientos sociales son para la vida en común como la tectónica de placas para la vida en la Tierra. Al igual que en el ciclo constante de la corteza terrestre que se precipita por el parto de los volcanes, se enfría y se mueve sobre el caldo magmático con notable parsimonia y, muere por abducción hacia el centro de la caldera terrestre por entre las hendiduras marinas; los movimientos sociales también nacen, generalmente mediante guerras y revoluciones, se mueven sobre el caldo social y terminan absorbidos por la ideología dominante. Y el ciclo se repite, nacimiento, desarrollo y muerte.

La Inglaterra del XVII alumbró las primeras revoluciones liberales, que limitaron los poderes del rey y de la nobleza y dieron de sí, como los tejidos elásticos, a un nuevo pacto social: Los burgueses que habían prosperado empezaron a comprar las tierras que salieron de “las manos muertas” de la Iglesia, aquellas que provenían de la falta de esfuerzo y producción de la nobleza, que empezó a desinvertir para continuar su tren de vida regalada y ociosa. También la baja nobleza que luchaba por sacar cabeza se benefició del proceso al apostar por la compra de tierras y su producción para prosperar. En ese pacto social esta nueva clase, todavía amorfa, de nuevos propietarios con ansias de progreso económico y social empezó a manifestar su poder exigiendo un mínimo de representación parlamentaria para salvaguardar sus intereses. Así que llegado el siglo XVIII se había constituido en una auténtica clase que se esfuerza y trabaja para acumular riqueza y poder. Mejora el transporte, se reducen los costes de producción mediante nuevos procesos técnicos, y la urbes se consolidan como los lugares de consumo (comerciantes), de transformación de la industria y la técnica, de fomento de nuevas profesiones liberales (abogados, arquitectos, sanadores, herreros, carpinteros, sastres, políticos…) y, de un lumpen que trabaja a las órdenes de la nueva clase a cambio de comida y alojamiento.

En el siglo XIX la máquina de vapor revoluciona el transporte y automatiza los procesos más pesados de la producción. Estalla la revolución industrial y la clase media recién nacida, se disgrega, aquellos que han conseguido ser propietarios de los medios de producción constituyen la clase alta y tienden en sus comportamientos a emular a la antigua clase noble, pero con nuevos genes: El de acumular medios de producción como elemento de creación de riqueza y el de comercializar sus productos en los nuevos mercados que abre el nuevo medio de transporte, el tren. Así que los anglosajones dan la bienvenida a una nueva clase social, inauguran la democracia representativa y inician un sistema económico novedoso, el capitalismo.

Los franceses, sin embargo, más sanguinarios, hubieron de cortar las testas coronadas para hacer su revolución, y no es hasta bien entrado el XIX que surge una verdadera clase media. Al igual que sucede en el resto de Europa.

Salvo en España en que, la clase media se demora irremisiblemente por culpa de la involución a la que nos sometió el infausto Fernando VII y toda su prole, que sirvió de estímulo a la nobleza rancia para perpetuar su estatus a lo largo del siglo y más allá. Las dos desamortizaciones sólo sirvieron para que la mayor parte de las tierras pasaran de las manos de la Iglesia a las manos de la nobleza, de manos muertas a manos artríticas A ello hay que añadir el desastre de las guerras y la pérdida de las colonias. Los historiadores económicos no se ponen de acuerdo sobre si en España se produjo o no una verdadera y auténtica revolución industrial. En resumen que, hasta bien entrado los sesenta del pasado siglo no se puede hablar de la existencia de una verdadera clase media en España, al menos con las connotaciones y características de la europea en general y la anglosajona en particular.

La clase media ha aportado desde la segunda mitad del siglo XX a Europa y Norteamérica tres factores indudables: progreso, estabilidad y la desproletarización de la sociedad industrial. Varios factores se han sumado para favorecer este proceso de asumir dentro de sus filas al proletariado:

1.- Las leyes de Seguridad Social, desde aquella Ley del seguro de enfermedad de 1.883 promulgada en Alemania por Otto Von Bismarck, hasta los actuales sistemas de cobertura y protección social, que han posibilitado el sustento del trabajador y de su familia, aún en los casos en que no puede vender su fuerza de trabajo, y recibir la asistencia sanitaria adecuada y, un cierto alivio en forma de pensión para cuando termina su vida laboral. Es decir, los sistemas de Seguridad Social han logrado un futuro cierto para esa masa social que se incardina en la clase media. En los siglos anteriores los únicos que tenían el futuro asegurado eran los nobles y los terratenientes.

2.- Las posibilidades de formación, prácticamente gratuitas, que favorecen la creencia de que existe una auténtica igualdad de oportunidades y, en su consecuencia, una escalera para el ascenso social, si no propio, sí, el de la prole.

3.- El acceso relativamente fácil a la propiedad de la casa, del coche y a una serie de productos y servicios básicos que se constituyen en signos de progreso social. Y que fomentan la necesidad de conservar lo ganado propiciando estabilidad social.

La clase media por su extensión y por sus recursos limitados es la que sostiene el binomio trabajo-consumo del país y, precisamente, el consumo más rentable socialmente. Es la que soporta la mayor carga de los impuestos para mantener el estado social, por consiguiente, apuesta por una mejor redistribución de la renta y fomenta la igualdad de oportunidades. También lidera los procesos de formación en dos sentidos, en cuanto los transmisores de la formación pertenecen a esta clase y, en cuanto, el factor formación es considerado no sólo como signo de estatus social, sino como un elemento fundamental para el progreso social.

Sin duda, esta clase social en su tramo medio, el más numeroso, es también el más vulnerable ante cualquier crisis económica. La mayor parte de sus miembros tienen unos recursos económicos que, o bien están ligados a un puesto de trabajo, o bien vienen determinados por empresas de escaso tamaño que pueden no resistir los avatares de una crisis. Mientras que la parte alta de la clase media suele tener ahorros, dividendos o propiedades con los que hacer frente a las malas situaciones, y la parte baja, puede aguantar con los recursos públicos que se drenan del sistema en forma de subvenciones y con trabajos precarios en la economía sumergida. Con el agravante de los miembros del tramo medio, dado que están totalmente identificados con el sistema, suelen invertir en propiedades a crédito, lo que facilita en tiempos malos que sus ahorros se pulvericen y su estatus social decaiga de forma súbita.

Desafortunadamente vivimos tiempos extraños: Siendo que los resortes del poder judicial, de gran parte del legislativo y del ejecutivo, recae, al menos nominalmente, en gente del común que pertenece a esa clase media; sin embargo por razones diversas que nos llevarían mucho más lejos en este simple comentario, ha sido siempre una clase complaciente. Apuntemos algunas razones: a) El rápido progreso económico y social que ha propiciado la tecnología, los sistemas de logística y organización y la globalización de la economía. b) La vicariedad del poder democrático y su dependencia de los poderosos económicamente. c) La falacia propalada por los poderosos de que sólo ellos pueden crear riqueza, así que cuanto mejor trato reciban sus rentas más posibilidades de prosperar tenemos los demás. d) La clase media sigue doblando la rodilla ante los poderosos y, éstos, reparten sinecuras entre los dóciles, tal como sucedía en los viejos tiempos de la nobleza. e) La pléyade de leguleyos, contables, economistas, periodistas, etc. que blindan a los poderosos y les alumbran sobre los caminos tortuosos de las leyes. f) La nueva casta de “empleados de lujo” –directivos- irregularmente bien pagados para que les hagan el trabajo sucio y les multipliquen sus dineros. g) El manejo real de los resortes del poder con el poderoso caballero don dinero constituye un circo en el que la parte más activa de la clase media se mueve como los guiñoles de feria, me refiero a los políticos, los medios de comunicación, los pensadores e ideólogos, publicistas, catedráticos y enseñantes, etc.

En España, el mecanismo para sangrar a la sufrida clase media es diabólico:

-Ahorras para pagarte la pensión en el futuro porque te venden que no hay dinero para pagar pensiones públicas dignas. Les dejas tus ahorros y te cobran comisiones tanto cuando ganas como cuando pierdes. Y, para más inri, lo invierten en economía virtual y no en la economía real de la que sale tu salario. Las responsabilidades al maestro armero.

-Si la economía está endeudada la culpa es tuya porque tenías que haberlo previsto y no haber pedido préstamos. Tú te limitaste a seguir su catecismo económico, invertir como ahorro en un bien raíz y con el crédito a un coste inferior a la inflación.

-Si tu patrimonio inmobiliario se ha ido a la mierda la culpa también es tuya por haber hecho una mala inversión, pero tu ayuntamiento te cobrará el impuesto con el valor antiguo.

-Como tienes nómina no es que pagues impuestos, directamente te lo requisan.

-Con tu dinero prestan, avalan y ponen dinero contante y sonante para “salvar” bancos mal gestionados con directivos que se lo han llevado crudo. Encima te cuentan que es para salvar la economía.

Si subvencionan al ladrillo dicen que te subvencionan a ti, porque nominalmente te lo deducen del impuesto, pero ya se encarga el promotor o constructor de trasladar la subvención al mayor precio del piso.

-Cuando subvencionan a la empresa del automóvil –plan prever- te cuentan que la subvención te la hacen a ti y que es para no perder puestos de trabajo.

-A las eléctricas les debemos 28.000 millones de € porque le pagamos el mismo precio por el KW producido con carbón, gas o petróleo, que por producirlo con energía atómica o hidráulica, cuyas centrales se amortizaron hace años.

-A la RTVE le quitan la publicidad para que Berlusconi, Rourers y Lara se forren.

-El BCE que pagamos los europeos inyecta liquidez a los bancos al 1% a pagar en tres años, para que hagan frente al vencimiento a corto plazo de sus deudas con otros bancos, y para comprar deuda del estado al 5%. Esto es, nosotros ponemos el dinero del BCE, se lo prestamos al 1% y ellos nos lo prestan al 5%. Fabuloso.

-El poder político sigue manteniendo los resortes de la mayor parte de la inversión y del gasto del país, además de controlar los mecanismos de la formación de precios. Y aquí, el poder político es vicario del poder económico en grado superlativo, mande quien mande.

Encima te meten miedo para que te tragues la purga de Benito sin rechistar. Pobre clase media. Menos mal que en el cono sur de América, gran parte de Asia y una mínima parte de África la clase media está in crescendo. Qué ironía, tal vez sean los salvadores de la prosperidad, el progreso y la estabilidad del mundo en un próximo futuro. Porque aquí, en la vieja Europa, fue caer el muro y quitársele la máscara del miedo a los poderosos. Qué les importa la envejecida clase media europea, habiendo una clase media nueva, joven, emergente y mucho más numerosa a la que expoliar.

 

J. Carlos

Actualizado (Domingo, 14 de Octubre de 2012 11:37)