Doctrinas pseudocientíficas

 

Doctrinas pseudocientíficas


En todo lugar y, seguramente en cualquier época, tendemos a dar credulidad a aquellos hechos que no están probados científicamente. Y en estos tiempos de perturbación con más ahínco, si cabe. No obstante, si echamos un vistazo a la historia, hemos de convenir que, a partir de la segunda mitad del siglo XX se han producido dos hechos significativos que han reducido la fe ciega en cualquier patraña. Por un lado, el salto de gigante que ha dado la ciencia, no sólo como elemento de comprensión y explicación de lo que nos rodea y de nosotros mismos, sino también como dinamizador del progreso y del bienestar debido a los avances tecnológicos que la ciencia ha propiciado. Por otro, el paradigma de la “educación universal” que se ha extendido y ha formado a más de la mitad del planeta, con el corolario de la alfabetización en los conceptos científicos básicos.

Ahora nos anuncian con antelación los fenómenos de los eclipses, el paso de los cometas, las erupciones volcánicas… Y lo que es más importante, nos lo anuncian porque la ciencia ha conseguido explicar el movimiento de los astros, la órbita de los cometas, el funcionamiento de la tectónica de placas en la Tierra, etc. Estos fenómenos han dejado de ser caprichos de los dioses o milagros. Al igual que antes habían dejado de ser fenómenos inexplicables y, por tanto sujetos a la conjetura, la lluvia, el sol, el viento.

Como la mente humana es caprichosa y la ciencia, en aplicación de su propio método, cada cierto tiempo se desdice a sí misma o, por mejor escribir, se matiza; sigue habiendo grandes masas de crédulos que dan pábulo a pseudoreligiones, homeópatas, extraterrestres, echadores de cartas, nigromantes, creacionistas, vividores de las terapias alternativas, profetas, parapsicólogos, curanderos, milagreros, sanadores, mercaderes de osarios, vendedores de pulsiones magnéticas, proveedores de estampas y relicarios, negociantes en apariciones, poseedores de estigmas, sacadineros de percepciones extrasensoriales, doctrineros del fin del mundo, capitalistas del misterio, estafadores del más allá, funambulistas del alma, marchantes del miedo, estraperlistas del dolor ajeno, aprovechados de la incultura…

Cada vez que la ciencia abre una puerta se encuentra con mil pasillos nuevos a recorrer. Y es tan difícil abrir una puerta. Sin embargo, jugar con el dolor ajeno, con la enfermedad, con el miedo, con la incultura…, es tan fácil, basta un cierto poder de seducción y mucha cara dura. Hasta un mago nos engaña con sus trucos por muy inteligentes que seamos o, por muy cerca que estemos de sus manos. Es fácil apelar a las emociones básicas como la autoestima, la pertenencia a un grupo, la soledad, la necesidad de hallar respuestas para un futuro mejor…, basta una doctrina con cierta consistencia ideológica y tener un rostro de hormigón armado. ¿Sabéis a qué dedica nuestro cerebro la mayor parte del tiempo?, a planificar el futuro; de ahí la exasperante preocupación que nos embarga por el mañana. Desgraciadamente es fácil manipular cerebros. Ahí tenéis la publicidad, lo digo para no caer en el manido ejemplo de los alemanes y Hitler. Hace tiempo -lo cuenta Punset en “El poder de la mente”- hicieron un experimento en una Universidad americana: Tomaron a cierto número de estudiantes universitarios y les asignaron dos roles, unos harían de carceleros y otros prisioneros. El experimento tuvo que suspenderse porque los guardianes terminaron creyéndose sus propios personajes y torturaban a los que hacían de encarcelados. Así que no caigamos en el sofisma de creer que nosotros estamos lejos de la tentación de la credulidad. No, no es fácil ser escéptico, esto es, basarse en el pensamiento crítico, en el razonamiento lógico y en el método científico. Es más, ¿qué hacen los científicos cuando se ponen en un bando u otro de corrientes científicas que propugnan soluciones diversas a problemas que no están resueltos empíricamente?. En mi humilde opinión, lo que hacen es creer. La teoría de la cuerdas no está demostrada empíricamente, aunque matemáticamente sea una solución satisfactoria, y tiene muchos científicos creyentes. Otro tanto ocurre con la teoría del multiverso, que se basa en la creencia de que existen multitud de universos.

Si nuestros sentidos son tan limitados que sólo procesan ciertas longitudes de onda. Si ni siquiera “vemos” lo que nos rodea como es, ni a nosotros mismos como somos, sino como una representación que “recrea” nuestro cerebro para poder movernos en ese caos exterior. Si la ciencia yerra, se desdice, se corrige, se matiza… Si hay una infinidad de ondas de energía e información, por ahí, “chocando” con nuestro cuerpo, que sabemos que no percibimos con los tradicionales cinco sentidos pero, ¿quién puede negar que esa energía sea percibida de otra manera y procesada y evaluada por nuestro cerebro, aunque no seamos “conscientes” de ello? ¿Quién puede negar que algunas personas tengan cierta “conciencia” de esa energía? Si hay quien propugna que la realidad no tiene un tiempo, sino que el pasado, presente y futuro se desarrollan de forma simultánea, aunque nuestro cerebro lo perciba secuencialmente porque si no sería un auténtico caos. ¿No podría haber alguien por ahí que por una disfunción cerebral percibiera partes del pasado o del futuro que nuestros cerebros normales nos niegan? Si estamos en los albores del estudio de la inteligencia emocional, y acabamos de averiguar que cualquier gesto “emocional”, incluso de personas ajenas, influye decisivamente en nuestro ánimo. Si tenemos un desconocimiento tan abismal de todo… ¿Podemos negar, sin más, la credulidad y aferrarnos a un escepticismo dogmático?

Yo no lo haría, forastero.

Claro que puede haber personas que nos influyan emocionalmente y “puedan” acelerar una curación de las muchas que hace nuestro cuerpo. Sabemos que la apoptosis de las células no siempre es programada, a veces se produce por mecanismos de supresión de tumores, también sabemos que el cuerpo es capaz de parar casi siempre procesos de desarrollos tumorales por crecimiento desordenado de células, mediante el envío de los agentes químicos precisos para que nuestra infantería de glóbulos blancos se las zampe. Podría ser, ¿por qué no?, que energía de otra persona –por cauces emocionales, seguramente- desencadenara reacciones químicas en nuestro cuerpo para que fuera más diligente en la desaparición del proceso tumoral. Por supuesto que puede haber un sumo hacedor, que a su vez lo creó otro hacedor y, a éste otro, y así hasta el infinito. Puede que todo surgiera de la nada como afirma Stephen Hawking en su último libro, “El gran diseño”. O tal vez somos un caldo de cultivo de otros seres que viven en otros planetas u otros universos. También pudiera ser que parte de nuestra energía o información o ambas se conserven más allá del cuerpo… Y que las cartas del Tarot sublimen energías en el echador y vislumbre retazos de futuro y de pasado por una disfunción del cerebro que le permite romper la línea del tiempo. Y que alguien levite porque consigue distorsionar las percepciones del cerebro de los que le están viendo. Y que el fin del mundo sea el 21 de diciembrre de 2012 porque los mayas lo profetizaron en su rueda calendárica. Y que queden dos papas porque lo profetizó el obispo Malaquías Amén.

Todo es posible.

Por si te sirve de algo, yo aplico varias reglas sencillas, de las de andar por casa, para resolver la credulidad en aquellos paradigmas que me lo exigen:

  1. 1.Quid prodest: ¿A quién beneficia? La mayor parte de las doctrinas, medicinas alternativas pseudoreligiones, sectas, etc. se mueven por el parné En cuanto hay mercantilismo huyo como de la peste.
  2. 2.¿Grado de alejamiento de lo que predican con la realidad de la experiencia cotidiana? Cuánto más distancia, más flojea mi fe. Las apariciones, abducciones, milagros, curaciones increíbles, hierbas con poderes mágicos…
  3. 3.Los elitismos: De dioses que eligen pueblos o personas, que se manifiestan sólo a sus acólitos. De doctrinarios que exigen sacrificios, dinero o, simplemente, fe ciega…
  4. 4.Proselitismos: Los que te buscan y te persiguen y, además, te exigen pertenecer a su grupo y sólo a su grupo, para ir al cielo, para curarse, para ser buenos, para “salvarse” …
  5. 5.Los que te inducen un sentimiento de culpabilidad: Tienes una enfermedad porque has pecado. Tienes que arrepentirte para…
  6. 6.Si se saltan esa moral básica con la que viene el ser humano de fábrica, incluso, esa ética social que hemos conseguido en la evolución como sociedad, exigiendo hacer el mal al prójimo o a ti mismo.
  7. 7.Aquellos que “te lavan el cerebro” a través de la psicología, de la seducción, de la rutina, de la oración, del sacrificio vacío mediante la tortura del cuerpo y del espíritu.
  8. 8.Quienes te alejan de tus seres queridos, de tus amigos, de tu gente…o, hablan mal de ellos.
  9. 9.Los que huyen del saber y recelan de los avances y conocimientos que va adquiriendo la ciencia.
  10. 10.Y el más importante: Estudiar objetivamente los postulados, doctrinas y demás parafernalia y confrontarla con el sentido común y, por supuesto, con la ciencia.

Es mi decálogo, ya digo, de andar por casa. Aunque no me hagas mucho caso, si lo sigues te harás un puñetero escéptico. Y perderás la magia de la fe. Ese estado tan hipnótico de esperar un futuro perfecto.

 

J. Carlos

Actualizado (Domingo, 14 de Octubre de 2012 11:57)